A pocos minutos de que arrancara la rueda de prensa más complicada de la historia del partido, el equipo de asesores de Más Madrid decidió que en lugar de un atril había que colocar tres. Uno para cada portavoz: Mónica García, Rita Maestre y Manuela Bergerot. Los situaron tan cerca unos de otros que entre ellas prácticamente se rozaban. Era el objetivo: lograr una imagen compacta frente a la crisis. Tres voces, tres mujeres, pero una única respuesta. Cierre de filas, unidad. «Shock», sí, pero «contundencia». Aunque ninguna dimisión.
Han pasado cinco días desde que estallara el escándalo en torno a las acusaciones machistas contra Íñigo Errejón, y el partido que fundó, conforme pasan las horas, profundiza un poco más en su delicada situación. Ayer fue la primera ocasión en la que la dirección de Más Madrid compareció públicamente para explicar cómo tuvo conocimiento hace un año y medio de que ya pesaban acusaciones contra Íñigo Errejón y por qué las «minimizó». Un «error», una actuación «insuficiente», definió Mónica García, que impidió al partido medir la «magnitud» de los comportamientos de su compañero de filas que han desembocado en graves acusaciones de «actos de violencia sexual y machista».
De hecho, hay que remontarse al verano de 2023 para encontrar el fallo en el aparato de Más Madrid que presumiblemente desató la falta de control: la organización conoció a través de redes sociales una denuncia anónima en la que se acusaba a Errejón de haber realizado tocamientos sin consentimiento a una joven en un festival feminista celebrado en Castellón en junio del año pasado. El mismo hilo de tuits señalaba a la que fuera su jefa de gabinete, la diputada Loreto Arenillas, por haber «mediado» con la joven para evitar que cursara una denuncia contra Errejón.
A los pocos días desapareció el mensaje en redes sociales y el partido -que previamente había pedido a Arenillas que pusiera los mecanismos de la formación a disposición de la víctima- decidió dar por zanjado el asunto.
«No se investigó más ni se interpretó por nuestra parte como una alarma», especificó ayer Manuela Bergerot, que como el resto de coportavoces asumió que Loreto Arenillas había actuado «motu proprio» con la víctima «a espaldas del partido».
Un extremo que Arenillas, que fue destituida el viernes por «falta de confianza» por parte de la dirección, niega rotundamente, ya que asegura que en su momento informó a la entonces secretaria de organización, que era Bergerot, a la secretaria de feminismos, que era Cristina Castillo, y al director de comunicación del partido, Luis Giménez.
Más Madrid asevera por su parte que nunca ha recibido denuncias sobre Errejón, y que este caso lo conoció a través de Twitter «como todo el mundo». Y Yolanda Díaz incidió ayer en que en su momento Más Madrid le había avisado de que se había cerrado un «expediente», algo que ninguna de las tres coportavoces de Más Madrid expresó durante su intervención.
El código ético exige investigar
En cualquiera de los casos, lo que vino a reconocer la cúpula de Más Madrid es que no hubo una investigación interna formal sobre los comportamientos de Íñigo Errejón a pesar de ser conocedores de una acusación contra él.
Un protocolo que debería haberse puesto en práctica, según se recoge en el capítulo dos del código ético de Más Madrid: «Nos opondremos activamente a cualquier comportamiento machista, racista, capacitista, xenófobo, a la exclusión por razón de identidad de género u orientación sexual o a cualquier tipo de discriminación; y abriremos los procedimientos disciplinarios pertinentes si esos comportamientos se dan en el interior de la organización».
La dirección, que intenta sofocar la crisis interna con la destitución de Arenillas y descarta más ceses en sus filas, cree que fue la declaración «ambigua» de la mano derecha de Errejón lo que impidió al partido darse cuenta de la situación, aunque recomendó «ayuda profesional» al ex portavoz en el Congreso por «problemas de otra índole» que sí fueron detectados. «Si hubiéramos sabido que era un agresor no le hubiéramos recomendado ayuda, hubiéramos ido a una comisaría», lamentó ayer García.
El incendio en el seno del partido, no obstante, es cada día mayor. Principalmente porque Arenillas, tras ser expulsada de Más Madrid, no ha entregado por el momento su acta de diputada regional, algo que podría traer graves consecuencias para su formación en la Asamblea. De enrocarse y no entregar su acta, pasaría a ser no adscrita, por lo que Más Madrid pasaría de 27 a 26 diputados, lo que rompería el empate con el PSOE y convertiría a Juan Lobato en el líder de la oposición.
Además, la ex coordinadora general de Más Madrid, que dice ser «un chivo expiatorio», plantea batalla orgánica, ya que ayer anunció tras la comparecencia de las coportavoces que recurrirá su destitución al comité de garantías del partido por «vulneración grave de los estatutos», y que no descarta acabar en los tribunales por la «información falsa» vertida en las últimas jornadas contra ella.